Crisis de los tulipanes, la gran burbuja financiera

Aquel periodo de locura y euforia especulativa por los bulbos de tulipán, tuvo lugar en los Países Bajos en el siglo XVII. Se conservan registros de ventas absurdas, como lujosas mansiones a cambio de un solo bulbo, o flores vendidas por el salario de años. El precio alcanzó niveles desorbitados hasta colapsar, dando lugar a una crisis que algunos consideran la primera burbuja financiera de la historia.

noble holandés observando un plantío de tulipanes

Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas

El relato de estos acontecimientos fue popularizado por Charles Mackay en su libro «Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas». Aunque a Mackay no se le toma muy en serio como historiador, sus relatos han perdurado y son muy agradables de leer.

Varios factores explican el origen de este evento. Por un lado, el éxito de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, el bienestar económico que implicaba en la sociedad, y el gusto por las flores exóticas, simplemente porque se convirtieron en objeto de ostentación y símbolo de riqueza. Además, por razones que en aquel tiempo se desconocían, los tulipanes cultivados en los Países Bajos sufrían variaciones en su apariencia, naciendo multicolores e irrepetibles, lo que aumentaba su exotismo y, por tanto, su valor. Hoy se sabe que la causa de ese fenómeno era un parásito de la flor, un simple pulgón.

El tulipán, procedente de Oriente, fue introducido en los Países Bajos en el siglo XVI. La palabra «tulipán» viene del francés «turban», deformación del turco «tülbent», del persa «dulband» y significando todos «turbante».

Es así que, de pronto, los horticultores neerlandeses no pudieron controlar por qué los tulipanes de un solo color se convertían en multicolores, y lo exótico de esa experiencia colectiva, que nadie podía explicar, contribuyó a elevar progresivamente el precio de los bulbos. Una planta ornamental que curiosamente crecía mejor y de forma única en el suelo arenoso neerlandés ganado al mar, inútil, sin olor, ni sabor, ni aplicación medicinal, simplemente bella.

Cada nueva variedad era bautizada con nombres de personajes ilustres, y el precio del tulipán comenzó a crecer. Los ciudadanos aristocráticos, también los comerciantes e incluso los artesanos, de repente descubrieron que tenían dinero extra para gastar en lujos como flores, para mostrar status social, y también para especular con su compra venta, y de la extrema especulación comenzó a nacer la ilusión de ganancias fáciles.

dos comerciantes holandeses observando un tulipán con una balanza y monedas sobre la mesa

El cénit de los tulipanes

Al principio de la década de 1630 parecía que el precio de los bulbos crecía ilimitadamente, y en 1636 llegó una epidemia de peste bubónica que arrasó a la población. La falta de obreros generó una fiebre aún más alcista, al punto que se creó el mercado de futuros a partir de bulbos aún no recolectados, y este fue el momento de máxima euforia. Ya no era necesario intercambiar bulbos sino solo documentos.

Revienta la burbuja financiera

Finalmente, un día de febrero de 1637 no hubo compradores de tulipanes y la burbuja estalló. Miedo, pánico, todos querían vender y nadie comprar. Ni bulbos ni documentos valían nada. Comerciantes, corredores, e incluso algún aventurado que había tomado deuda para especular, entraron en bancarrota. Ríos de sangre.

La imposibilidad de hacer frente a los contratos de futuros provocó un nuevo tipo de crisis, tan diferente a las anteriores que quedó en la historia como caso de estudio, y que seguramente antes, pero también después, se ha repetido muchas veces en diversas circunstancias, con el temido nombre que hoy le damos: «burbuja».

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