Bucket Shop ¿Fueron el primer acceso al mercado?

Las Bucket Shop no eran, en ningún caso, un acceso al mercado para traders minoristas. En realidad, eran establecimientos del pasado donde personas con pequeñas sumas de dinero realizaban apuestas basadas en los precios de acciones y commodities, sin que se concretara la entrega o transferencia de los activos subyacentes.

jesse livermore joven de traje sonriendo en un despacho con muchos libros

El término Bucket Shop surgió en Inglaterra debido a una práctica de dudosa reputación a principios del siglo XIX. En aquel entonces, jóvenes de la calle vaciaban barriles de licor desechados por bares, mezclaban y rebajaban su contenido, y lo vendían en bares clandestinos a clientes desprevenidos. Estos bares ilegales se conocían como Bucket Shops o Tiendas de Cubos. Imagina los brebajes que contenían esos cubos. Sin embargo, si te encontrabas de paso en Londres y tenías poco dinero, quizás un trago de esos no vendría mal.

traders con sombreros redondos a la moda sentados en sillas observando la pizarra con las cotizaciones

En un ambiente oscuro y marginal, pero seguramente muy divertido, otro tipo de Bucket Shops proliferaron en las grandes ciudades estadounidenses alrededor de 1850. A diferencia de los bares de licor, estos establecimientos estaban más relacionados con el mercado. Aunque, sin duda, también se bebía más de una copa entre transacciones. Eran casas de apuestas que ofrecían un alto apalancamiento, por ejemplo, 100 a 1. Esto permitía a los clientes comprar 100 dólares en acciones con tan solo 1 dólar en efectivo. Sin embargo, estas operaciones eran ilusorias y no se liquidaban en el mercado real. Aunque las tiendas no otorgaban préstamos de margen, sí cobraban intereses por estos «préstamos».

Para aumentar aún más las ganancias, las Bucket Shop solían manipular los precios de manera sutil, y muchas veces las pizarras mostraban valores diferentes a los precios reales. Además, no aplicaban margin calls, lo que significaba que un pequeño movimiento desfavorable en el precio dejaba a los clientes sin absolutamente nada. Lo más importante es que todas las pérdidas de los clientes se convertían en puras ganancias para los dueños de estos establecimientos.

Aunque algunos pudieran ganar, más por suerte que por habilidad, el riesgo de ruina era total en esas condiciones.

traders sentados en un salón pequeño con sombreros de copa observando las cotizaciones con dos cubos con papeles de órdenes

Las Bucket Shop operaron hasta la década de 1920. Después de la caída de varios brokers de bolsa en 1922, la Asamblea de Nueva York aprobó la ley Martin, que prohibió definitivamente estas prácticas. Es notable cómo, con el paso del tiempo, los traders minoristas hemos logrado acceder al mercado real, algo que antes era imposible debido a la falta de capital, y operar de manera más segura y transparente. Aunque aún dependemos de las particularidades de cada activo financiero y de las regulaciones a las que están sometidos los brokers modernos, estamos muy lejos de aquellos años tumultuosos.

Por cierto, han trascendido muchas historias de Bucket Shops, algunas más felices que otras, pero la que más me llamó la atención fue la de Jesse Livermore, considerado una leyenda del trading hasta el día de hoy.

Jesse nació en Massachusetts y destacaba en matemáticas. A los 15 años, decidió dejar la granja familiar y buscar trabajo. Por casualidades de la vida, consiguió empleo en Paine Webber, un conocido corredor de bolsa de Boston, donde su tarea era actualizar las cotizaciones en la pizarra. Fue allí donde tuvo su primer acercamiento al mercado financiero real y aprendió rápidamente cuándo comprar y vender. Realizó su primera operación en un Bucket Shop de la zona y tuvo un gran éxito. Esto sucedió en 1892.

Después de unos meses, el joven Jesse Livermore ya ganaba más dinero en el antro, que en su trabajo en Paine Webber, así que decidió renunciar y dedicarse a las apuestas a tiempo completo. Aunque le dijo a su madre que estaba especulando y no apostando, dudo que eso la tranquilizara mucho.

Gracias a su habilidad poco común, Jesse comenzó a ganar grandes sumas de dinero, pero pronto se corrió la voz entre los dueños de los antros y se le prohibió la entrada. Intentó disfrazarse y utilizar toda clase de trucos, pero su corta edad y buena apariencia lo hacían fácilmente reconocible, por lo que fue excluido del ambiente.

Entonces, un joven Jesse decidió tomar sus ganancias, alrededor de 10,000 dólares de la época (300k), y mudarse a Wall Street. Pero esa es otra historia, ¡mucho mejor que esta!.

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