Los Templarios y su impacto en la finanzas

Los Caballeros Templarios, una orden religiosa y militar, fueron famosos defensores de peregrinos a Tierra Santa, soldados en las Cruzadas, pero curiosamente, además, fueron pioneros en prácticas que revolucionaron el comercio de su época. Durante los siglos XII y XIII, desarrollaron métodos que sentaron las bases de los sistemas bancarios actuales. Este artículo explora el impacto de la Orden del Temple en las finanzas.

anillo y moneda templaria

El origen de los Templarios

La Orden del Temple, los Pobres Caballeros de Cristo del templo de Salomón, de fue fundada en Jerusalén en el año 1119 por Hugo de Payens, quien junto a un puñado de camaradas se abocaron a la misión de proteger la vida de los viajeros. Los templarios vivían bajo votos de castidad, obediencia y pobreza, lo que contrasta con la inmensa influencia y riqueza que lograron a través de casi dos siglos, permitiéndoles crear una vasta red de sedes por toda Europa y Oriente Medio, con el propósito no solo de cuidar, sino también de administrar bienes y tesoros.

Fuentes de ingreso y evolución

Los templarios paulatinamente fueron acumulando, primero importantes propiedades, gracias al aporte de los voluntarios que ingresaban, muchos de ellos nobles que entregaban su patrimonio a la orden, y luego por donaciones que buscaban de alguna forma expiar pecados, agradecer su labor, o simplemente establecer relaciones de mutua conveniencia. Pronto también se convirtieron en administradores de tierras, granjas y castillos, y se desarrollaron como comerciantes de productos que generaban en sus sedes.

Ya no eran solo soldados, se convirtieron en una comunidad de miles de personas que cumplían diferentes roles. Mantuvieron la austeridad de sus votos de pobreza, y al no tener un fin de lucro, lo ganado era reinvertido en el crecimiento de la orden, algo así como un efecto virtuoso.

A medida que la Orden del Temple crecía, comenzó a ofrecer servicios, como el almacenamiento, la custodia y transporte de tesoros, préstamos y hasta actuaban como agentes fiduciarios entre otras tareas del estilo. A diferencia de los prestamistas de entonces, que eran mal vistos debido a la común práctica de la usura, los templarios gozaban de un estatus religioso y de principios que les permitió generar confianza, operar de una manera más eficiente y a mayor escala.

Su red de sedes, también llamadas encomiendas, facilitaba el movimiento de recursos y ofrecía seguridad. Paulatinamente los poderosos comenzaron a ver en la Orden del Temple una entidad segura.

Por ese entonces implementaron un sistema que revolucionaría las finanzas de la época: las letras de cambio.

El sistema de letras de cambio

Uno de los mayores logros de los templarios fue la implementación de las letras de cambio, que permitió a nobles, comerciantes y peregrinos, mover monedas, oro, plata, entre otros bienes similares a grandes distancias sin necesidad de ser transportados físicamente. Estas letras funcionaban como un cheque moderno: un viajero depositaba su dinero en una sede templaria y recibía un documento que le permitía retirar el equivalente en otra sede, evitando así los riesgos de robo durante el viaje.

El sistema no solo fue innovador por permitir el movimiento de dinero entre sedes sin necesidad de transportarlo, sino también por su seguridad. Cada letra de cambio incluía un código encriptado, el cual solo podía ser descifrado en la sede de destino. Este cifrado eliminaba la posibilidad de que un documento pudiera ser falsificado. Los códigos se basaban en combinaciones numéricas y simbólicas, eran únicos para cada transacción y estaban registrados en ambas sedes, la de emisión y la de destino. Además, los documentos tenían sellos y marcas de agua, imposibles de replicar.

Es curioso que incluso si una letra de cambio se perdía o era robada, el legítimo propietario podía acudir a la sede de emisión y solicitar la cancelación de la letra original. Esto requería una verificación exhaustiva por supuesto, ya que los templarios debían asegurarse de la identidad de la persona en una época donde los registros eran muy precarios. Si bien este proceso demoraba tiempo, minimizaba el riesgo de que un amigo de lo ajeno cobrara el documento perdido.

Aunque en un principio el sistema estaba diseñado para uso personal del peregrino hacia Tierra Santa o en su retorno, luego también facilitó transferencias entre dos personas diferentes, por ejemplo un comerciante podía transferir una letra a un tercero como forma de pago, y finalmente fue utilizado para realizar grandes transacciones de oro y plata entre estados, reyes y nobles, lo que fue el comienzo del fin.

castillo templario

La caída de los Templarios

Cuando los templarios se convirtieron en prestamistas de Reyes, aumentaron exponencialmente su poder. Eran pobres solventes al servicio de ricos que no lo eran tanto.

Felipe IV de Francia se había endeudado a tal punto, que frente a la imposibilidad de pagar optó por una solución extrema, acabar con la Orden del Temple y de paso con su deuda. Un viernes 13 de octubre de 1307 ordenó el arresto masivo de los templarios en toda Francia, y requisar sus bienes, acusándolos de herejía y otros delitos más aberrantes. Se dice que es la fecha que dio origen a la superstición de que el viernes 13 es día de mala suerte.

Tras el saqueo y destrucción de las sedes templarias, bajo presión del rey, unos años más tarde el Papa Clemente V disolvió oficialmente la orden en 1312.

El último gran maestre, Jacques de Molay, fue capturado, sufrió prisión y torturas, hasta perecer en la hoguera en 1314. Según la leyenda, siempre defendió su inocencia, y antes de morir lanzó una maldición contra Felipe IV y el Papa Clemente V, quienes fallecieron poco tiempo después. Este oscuro final alimentó el misterio en torno a los templarios, quizás injustas víctimas de un poder absolutista que les temía.

El legado de la Orden del Temple perduró, porque eventualmente el sistema financiero se volvería más poderoso que los mismos reyes y jefes de estado. La idea de las letras de cambio sentó las bases de los modernos sistemas de compensación, y la red de encomiendas que conectaba a Europa con Oriente Medio inspiró a emprendedores desde el Renacimiento hasta la actualidad.

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